Historia y futuro de Velluters. L’hort de la Botja

L’hort de la Botja es el nuevo huerto en el barrio de Velluters, en pleno centro histórico de Valencia. Un espacio creado para la integración vecinal, rodeado de arte urbano.

El barrio de Velluters, llamado también barrio del Pilar, a causa del Convento del Pilar, del que hoy sólo nos queda su iglesia; se sitúa al suroeste de la ciudad histórica. Está delimitado al norte por la calle Quart, y al este por la avenida Barón de Cárcer. La Ronda, huella urbana de la muralla cristiana, derruida en el siglo XIX, circunda el barrio por el oeste, a la altura de Guillem de Castro. Y por último, el antiguo Hospital General de Valencia, hoy Biblioteca Central, delimita el barrio por el sur.

Velluters tiene aún hoy ese carácter artesano y obrero de sus antiguos habitantes, el propio nombre del barrio nos lo recuerda. El “Velluter” era el que hacía o vendía vellut, terciopelo en lengua valenciana; aunque la denominación se hizo extensible a todo el gremio sedero.

La Lonja de la Seda, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, en el vecino barrio del Mercado, es hoy un museo, un espacio histórico abierto a los visitantes, pero en el siglo XV fue algo así como un centro de comercio mundial (un World Trade Center medieval). El puerto de Valencia se situaba en la época entre los más importantes del Mediterráneo.

Comerciantes procedentes de los mayores puertos de Europa, como Brujas o Amberes en Flandes, Colonia en el río Rhin, o las repúblicas italianas, como Génova, llegaban a Valencia y se daban cita en la Lonja para hacer negocios.
Valencia se situó en el mapa del comercio internacional gracias a la seda.

El siglo XV, considerado el siglo de oro valenciano, será el momento de mayor esplendor para esta ciudad, que con 75.000 habitantes era la más poblada de la Corona de Aragón y a la vez, la ciudad cristiana más poblada de la península, sólo superada por la Granada Nazarí.
El Colegio Arte Mayor de la Seda, antigua sede del Gremio de Velluters, hoy en día museo, que se estableció en el barrio en 1479, regulaba el oficio de la seda y certificaba la calidad de la producción sedera en la ciudad de Valencia.

El barrio de Velluters aglutinaba entonces un gran número de población relacionada, directa o indirectamente, con este gremio. En muchas viviendas había un espacio dedicado a la cría de gusanos de seda, lo que suponía un extra en la economía familiar. Por todas partes se encontraban patios repletos de moreras, cuyas hojas servían de para alimentarlos. Cientos de telares se ubicaron aquí, algunos sobrevivieron hasta el siglo XIX.

Queremos contar más acerca de la historia de Velluters o de la Lonja en otros artículos , aunque en éste queremos mirar sobretodo al presente, y dedicar un espacio a una iniciativa vecinal que creemos vale la pena conocer. Para eso, para mirar al presente, nos situamos en l’hort de la Botja, el nuevo huerto urbano del barrio en la plaza de la Botja, junto al Palau Balmes, antigua sede del Gremi de Fusters (Gremio de Carpinteros).

La iniciativa parte de la plataforma ciudadana Ciutat Vella Batega, que recoge las necesidades del barrio y se pone en marcha para dar forma a este proyecto, que ya es un nuevo motor social y cultural para Velluters.

Tras obtener la cesión de la gestión del solar abandonado, propiedad de la Generalitat, han conseguido coordinar a las distintas asociaciones del barrio, que ya trabajan en el huerto. Entre otras, el Centre de día de Físics Velluters, la Fundació Itaka Escolapios-Amaltea, o la Residència “Juana María” .

El proyecto es una respuesta a las necesidades educativas, terapéuticas y de ocio de algunas entidades vecinales y del
propio barrio .

En ese sentido, estos colectivos nos cuentan el gran interés que el huerto tiene para trabajar, entre otros aspectos, la inserción de enfermos mentales, el tratamiento de diversas afecciones neurológicas en personas mayores, la formación de mujeres en riesgo de exclusión, y el ocio pedagógico para menores con familias desestructuradas.

La participación vecinal en el huerto es posible, siempre a través de alguna de estas asociaciones. Para saber más os dejamos un enlace con un audio que contiene una entrevista relativamente reciente, en la que nos lo cuentan todo ellos mismos.


https://cadenaser.com/emisora/2020/01/27/radio_valencia/1580145453_466708.html

En los edificios que rodean la plaza de la Botja vemos como los artistas urbanos han plasmado en sus murales el carácter obrero del barrio. Los muros laterales del Convento de la Encarnación y del Palau Balmes, hablan ahora de la vida de los vecinos de otros tiempos. Nos hablan por ejemplo, de la venta de carbón; de la industria de la seda, que le dio nombre al barrio; pero sobretodo de la actividad agraria, presente aquí desde hace siglos.

Llaurador d'essències i llibertat, mostrant amb la seua actitud i cultura, la senzillesa de la veritat.


Este bario de Velluters se origina a partir de la inclusión de terrenos de cultivo exteriores a la muralla musulmana del siglo XI, agregados a la ciudad tras la construcción de la muralla cristiana en el siglo XIV. El trazado de las calles está condicionado por las redes de regadío con las acequias y sus ramificaciones, construidas en tiempos de la Valencia musulmana.

Bajo algunas de las principales vías se han encontrado restos arqueológicos, como canales abovedados de ladrillo cerámico, o un molino hidráulico en el encuentro de la acequia de Rovella con Barón de Cárcer.

Grafiti cavallo de l'hort de la botja

Muchos de los antiguos nombres de las calles, hoy desaparecidos, tenían connotaciones rurales. La calle Villena era la calle de de la Figuera, la calle Viana era la calle del Pou Pintat, la calle Arolas era la calle de la Palmera, y la calle Maldonado era la calle de la Acequia Podrida. Ya en el siglo XIX con el proceso de urbanización del barrio, se irán cambiando estos nombres de connotación rural, por nombres de localidades o personajes ilustres.

Es interesante investigar acerca de los nombres de calles y plazas, especialmente en las ciudades antiguas como Valencia. En ellos vemos muchas veces vestigios del pasado, algunos difícilmente reconocibles en nuestros días.

El nuevo huerto urbano se encuentra en la llamada plaza de la Botja. Pero ¿qué es la botja? Se trata de una planta ligada a la tradición sedera, actividad ya presente en el barrio desde época musulmana, que perduró hasta el siglo XIX. La botja se recogía en las montañas, se dejaba secar unos días y se hacía un entramado con las ramas. Esta estructura se situaba en las andanas o cámaras, en el piso superior de las viviendas donde se criaba gusanos de seda. Era el momento en que el gusano subía a la botja, y buscaba entre el enramado un lugar donde instalarse y comenzar a hilar incansable el capullo de la apreciada seda.

La plaza de la Botja, es hoy un lugar de integración, un espacio de convivencia que pretende contribuir a la interacción vecinal, y a la creación de nuevo tejido social. Algo muy valioso en este barrio amenazado por la gentrificación, un elemento sin duda generador de desintegración de la trama social.

L'hort de la botja

Con el Huerto de la Botja, Velluters ha ganado un pequeño espacio de cultivo, que nos recuerda tiempos pasados en que sus habitantes ya trabajaban estas tierras.
Como vecinos del barrio, nos gusta pensar que los chicos de Itaca, que tal vez tocan las plantas por primera vez; o las mujeres de la Residencia Juana María, o los usuarios del centro de Físicos, en definitiva, nuestros vecinos, puedan mirar alrededor mientras trabajan en el huerto, observar este nuevo espacio y sentirse parte de la historia, pero también del futuro de Velluters.

Bibliografía

En Valencia tenemos muchas historias que contar.
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https://triptotripvalencia.com/
Por Adela Cano, guía oficial de la Comunidad Valenciana.

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